domingo, 20 de mayo de 2007

Seguimos

EXT. CAMPO – DÍA

Un GAUCHO con cara de medio dormido, lo ve desde lejos. Está sentado en un silla mecedora, con un mate en una mano, y masticando un pedazo de carne que tiene pinchado con su faca en la otra mano. El GAUCHO amaga a intentar levantarse pero el esfuerzo requerido parece demasiado, entonces solamente desde su asiento comienza golpear la puerta de la casa con un palo que tenía a su lado.



GAUCHO

Oiga Juana, allá a lo lejo veo un

pelao corriendo a las vacas del peón vecino.

¿ Qué le hacemo?



JUANA (EN OFF)

Dejalo, que seguro es otra de esas fiestas

que hace e loco ese. La otra vez yo vi como

diez personas corriendo ovejas. Ni idea pa que.



GAUCHO

Yo tampoco mira vo. Yo sólo tengo amor pa vos.



Desde el interior de la casa se asoma por la puerta una mujer bastante corpulenta, de cara redondeada. No llega a atravesar la puerta sino que desde adentro le habla. Sin embargo, a través del mosquitero se ve que el resto de su cuerpo está cubierto por lana de oveja, como si fuese un disfraz pero en realidad lo tiene incorporado a su cuerpo.



JUANA
Ma te vale mirá que sino te parto como

un queso, eh.



Al ir caminando para el fondo de la casa se ve a través de la puerta con mosquitero que la única parte de su cuerpo que no tiene cubierta con piel de oveja es su cola que está al descubierto. Segundos más tarde sale corriendo de la casa un niño cuya parte superior del cuerpo es humana y la parte inferior es de una oveja. Mientras pica una pelota con sus patas traseras mira fijo a su padre.



NIÑO

Papá, me haces unos tiros que el profesor

de fútbol me dijo que me parezco al Oveja Telch,

que jugaba en San Lorenzo en los sesenta.



Mientras el GAUCHO patea la pelota y su hijo salta para agarrar la pelota, lo cual hace con una velocidad tremenda ya que usa toda la fuerza de sus patas; aparece HOMERO con un sándwich hecho con los panes y una pata de vaca, que no sólo sobresale del mismo sino que incluso tapa gran parte del cuerpo de HOMERO. La pata todavía conserva la clásica piel de vaca aunque a HOMERO parece no importarle ya que mastica bocado tras bocado. El gaucho y su hijo los miran boquiabiertos, sin poder comprender lo sucedido.



HOMERO

Hola, soy Homero. ¿Y ustedes?



El GAUCHO y su hijo siguen mirando atónitos a HOMERO. El niño se da media vuelta, e intenta correr. Sin embargo, trastabilla un poco y cae de boca contra el suelo.



HOMERO

Oh, disculpen mi educación. ¿Alguno quiere un pedazo?

Es que a veces soy un poco animal.



GAUCHO

No, gracias. Espero que eso que está comiendo

no sea de una de las crías de mi campo.



HOMERO

¿Sabe dónde se hacen las hamburguesas

en este lugar?



EXT. CIUDAD – NOCHE

HOMERO está con su sándwich de vaca a medio comer en la puerta de un Hostel en medio de la ciudad. En su otra mano lleva la bolsa de papel con las cosas que trajo de su viaje y las que tomó del avión. HOMERO entra en el Hostel, se acerca a la recepción, mira por unos segundos al recepcionista y sigue caminando hasta al fondo del salón donde encuentra un sillón en el que se sienta.. El RECEPCIONISTA, un joven con ojos azules bien claros, pelo rubio, una contextura física de jugador de rugby y corte militar; además de un bigote corto, similar al de Hitler, pero muy rubio, lo extrañado como este desconocido camina tranquilamente dentro del lugar chorreando de grasa todo el piso del lugar.



RECEPCIONISTA

Disculpe, euh.



HOMERO se acomoda en el sillón colocando sus pies arriba también. Apoya su cabeza en el apoyabrazos del sillón preparándose para dormir.



RECEPCIONISTA

(VOZ SUBIDA DE TONO)

Disculpe, euh. Eeeeuuu.

¿Señor, usted tiene cama acá?



HOMERO

No hace falta, no se preocupe que yo duermo acá.

Estoy más cerca de la cocina.



RECEPCIONISTA

Pero, tiene que pagar por un lugar. No es gratis.



HOMERO

Es que ya casi no me queda plata.



RECEPCIONISTA

Pero, pero no funciona así. Así no son las cosas.



El REPECPCIONISTA se levanta de su silla, todavía mirando extrañado a HOMERO ya acomodado en el sillón. Parece encaminarse hacia HOMERO, pero en lugar de eso, frena, mira el reloj sobre el escritorio de la recepción. Este marca las 12 horas. El RECEPCIONISTA se acerca hasta el sillón donde está HOMERO, ya profundamente dormido.



RECEPCIONISTA

Señor, teniendo en cuenta que es tarde y mi

turno ya terminó voy a



HOMERO

(RONQUIDO GRAVE)



El RECEPCIONISTA lo mira por última vez, toma el sándwich a medio comer de HOMERO y se va del lugar.

1 comentario:

Unknown dijo...

Viene largo este capítulo. Cuántas páginas llevás?
Saludos.

E.